Every second counts.
Todos hemos tenido un mal día en el trabajo, todos hemos discutido con un amigo, todos hemos suspendido un examen, todos hemos perdido a seres queridos, pero la vida sigue y hay que luchar por ella. Esta película nos enseña eso, a amar la vida, a saborear y aprovechar cada instante, el famoso Carpe Diem. Y a la vez tambien nos inculca a luchar y luchar hasta el último momento, a no darnos por vencidos.
Danny Boyle una vez más con poco presupuesto, apenas 18 milliones de dólares, coge su cámara y nos hace vivir sensaciones maravillosas. El film cuenta con el estilo "videoclipero" de Danny, con sucesiones de imágenes con música de fondo (muy buena la canción del comienzo) que harán que vivamos esos momentos con más intensidad.
El papel que interpreta Franco es uno de los mejores papeles que he visto jamás. Es complicadísimo y en el que sobreactuar hubiera sido muy tentador pero Franco hace que le olvidemos por completo como "el hijo del malo de Spiderman". No es que resulte creible, es que en todo momento parece que lo esta viviendo en sus carnes, con escenas desgarradoras, con escenas divertidas, toda gesticulación o mueca está medida para que sintamos lo mismo que él.
La manera de contarnos cómo sucede todo, las grabaciones en la cámara por parte del protagonista, los flashbacks, el hecho de ver tu vida ante tus ojos cuando crees que ya no queda esperanza....y por si fuera poco incluso hacerte reír (hay una escena particularmente brillante de Franco frente a su cámara) resultan impecables. Si a todo ésto le sumamos una potente y vigorosa metáfora de la superación personal por la vida, Boyle vuelve a brillar de nuevo.
Es una muestra de cómo hacer buen cine sin grandes fuegos artificiales ni millones de dólares en producción o efectos especiales. Se trata casi, de una cinta artesanal. No hay plano que sobre. El filme te deja un gran sabor de boca. Y lo hace dejándonos gran parte del metraje sedientos como el propio protagonista, sin agua que llevarnos a los labios. Esta historia real aparece tan bien condensada en su metraje que es imposibe desviar la atención.
La historia es sencilla como pocas, y precisamente ahí reside la dificultad de rodarla. Es entonces cuando entra la sublime interpretación de James Franco, sin duda la mejor de su carrera.

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