¿Quieres que rece para que tú también te mueras?
Como pasa con todas las grandes películas, mucha gente no comprende ni comprenderá "Camino". Y quizá tenga bastante que ver con el momento que vivimos, en el que está tan de moda "satanizar" todo lo que tiene que ver con la religión, en especial la católica. Por ello, todo lo que signifique tratar los temas religiosos desde una perspectiva laica, poniendo en tela de juicio su valor moral, es percibido por los sectores afines al catolicismo como un ataque directo a su fe.
Resulta que por el hecho de nacer, todos somos culpables de un gran pecado, y la única manera de purgarlo y de acercarnos a Dios es mediante el dolor y el sacrificio. Pero sacrificio con mayúsculas, es decir, renunciar a todo lo que nos de el mínimo placer. Y es que, como bien se aprecia en esta película, esos extremismos religiosos que tanto hacen por "salvar" nuestro alma, al final acaban robándonosla. Coincidirán conmigo en que para estar orgulloso del sufrimiento y la inevitable muerte de una niña hay que tener una carencia considerable de alma.
La fe es entendida en la película de dos maneras: como única guía posible para lograr la felicidad, o como clavo ardiendo al que agarrarse ante la confusión que produce el simple hecho de vivir. Es inevitable que Fesser muestre su clara afinidad por la segunda opción, pero sigue respetando a quienes eligen la primera. Y de paso, y muy sabiamente, nos dice que la figura de Dios no es la única fe que nos puede hacer afrontar la vida con optimismo. La fe en el amor puede ser todavía más grande, más valiosa.
Pero entre tanto dogma, un mensaje que escapa a toda confesión religiosa: el eterno triunfo de la vida sobre la muerte. La muerte es inevitable, y puede llegarnos en cualquier momento. Pero, como bien nos enseña Camino, ni siquiera ella puede robarnos la alegría de vivir. El ser humano siempre sentirá el impulso de adorar la vida, no la muerte, el sufrimiento y el sacrificio. Y está en nuestra mano el ganarle la partida a la muerte, sólo tenemos que vivir la vida.
Los actores, resumiendo, todos soberbios. Una película para quien vive para vivir y no para morir.

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